Trayectoria.
Mario Irarrázabal
A través de un estilo figurativo, el artista comunica sus ideas en torno a una temática cristiana-humanística, de marcada tendencia social: la injusticia, la incomunicación, la soledad, etc., aspectos redimidos siempre por su confianza en el amor.
Tal comunicación es simbólicamente directa, sin hermetismos que confundan el sentido de la expresión; esto no significa que sus obras sean "simples o fáciles", sino que, en ellas, la unión de composición formal y tema está tan íntimamente conseguida, que los materiales pueden evidenciar su propia capacidad de auto presentación.

Irarrázabal se aleja de los cánones de representación de la figura humana, para concebir seres con miembros alargados y cuerpos abultados, deformaciones que se relacionan con un intenso expresionismo, reforzado por las posturas de las figuras y la dirección de sus cabezas.
Casi todas sus obras son de pequeño formato, pero sin perjuicio de esto, Irarrázabal realiza también obras de grandes dimensiones, siendo las más reconocidas, las manos de cemento que se encuentran en las arenas del desierto chileno, en Punta del Este, en Venecia y Madrid, dispuestas de modo tal que simulan emerger de la tierra.
Otro tipo de obra que amplía su producción, en cuanto implica investigación objetual y espacial, es la instalación, destacándose "33 caballos-balancín y 44 sillas de niño", montaje compuesto por dichos objetos, que el artista pintó de blanco, rojo y azul y dispuso al interior de un museo, aludiendo irónica y críticamente al régimen militar.
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